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Autor para correspondencia MVZ. Cristina Yadira Gómez Sánchez.
En la clínica diaria encontramos que un gran porcentaje de las consultas que se presentan, tienen origen en problemas gastrointestinales, aproximadamente 20% de los pacientes que entran a la consulta presentan algún desorden gastrointestinal. Dentro de estos se encuentra la enfermedad inflamatoria crónica intestinal (EICI, IBD en inglés, siglas correspondientes a Inflammatory Bowel Disease), la que se define como la presencia de signos gastrointestinales crónicos (más de tres semanas de duración), persistentes o recurrentes, lo que confiere su carácter crónico de curso impredecible, acompañados de evidencia histopatológica de inflamación de la mucosa, cuya etiología es indeterminada.
Perrito Enfermo
Es un proceso idiopático, no obstante, la hipótesis principal es que puede tratarse de una respuesta inmune exagerada a antígenos bacterianos o alimentarios.
Los factores predisponentes serían sobre todo de origen genético y condicionarían la regulación de la respuesta inmune y la permeabilidad intestinal. Estas predisposiciones genéticas se han visto en varias razas caninas como el Pastor Alemán, Basenji, Shar Pei y Soft-coated Wheaten Terrier. Suele presentarse en animales de edad media o avanzada. No responden a las terapias dietéticas, antiparasitarias y antibióticas, y sí hay respuesta clínica al uso de agentes antiinflamatorios o inmunosupresores.
Razas Susceptibles
Los signos clínicos más frecuentes son vómitos, diarrea del intestino delgado, diarrea del intestino grueso, pérdida de peso o alteraciones en el apetito, todos éstos se deben a las alteraciones inflamatorias e infiltrados celulares de la mucosa que dan lugar a una disfunción de los enterocitos, y por tanto a una disfunción de la motilidad intestinal. Es importante mencionar que por disfunción del esfínter gastroduodenal (píloro), puede extenderse el proceso inflamatorio y provocar gastritis, siendo el vómito crónico, acompañado o no de diarrea el signo clínico más frecuente en la consulta.
vómito crónico, el signo más frecuente
El proceso inflamatorio se denomina de acuerdo con el tipo de infiltrado predominante, entre los que se encuentran, por orden de frecuencia, enteritis linfoplasmocitaria, que se caracteriza por la presencia de linfocitos y células plasmáticas; enteritis eosinofílica, cuyo infiltrado está compuesto por eosinófilos, y enteritis neutrofílica, en caso de que el infiltrado esté compuesto en su mayoría por neutrófilos. Pueden coexistir varios tipos inflamatorios en número similar, haciendo difícil su clasificación.
Células
El diagnóstico definitivo deberá ser mediante biopsia intestinal sin embargo antes de eso deberá descartarse cualquier otra etiología de los signos clínicos, deberán antes descartarse todas las causas infecciosas, dietéticas y neoplásicas, mediante estudios laboratoriales y de imagen, estos estudios ayudarán además a determinar el procedimiento y zona adecuados para la biopsia intestinal.
Endoscopio, ecografía y exámenes de laboratorio como herramientas diagnósticas
El tratamiento farmacológico deberá instaurarse hasta que se cuente con un diagnóstico histológico definitivo, si aún no se cuenta con el resultado de la biopsia intestinal se iniciará con tratamiento nutricional basado en dietas altamente digestibles, bajas en residuos o con proteínas hidrolizadas.
Una vez establecido es diagnostico se iniciará con el tratamiento farmacológico que el clínico considere necesario, dependiendo del curso de la enfermedad y su signología pueden ser necesarios antibióticos, glucocorticoides y en casos más graves fármacos específicamente inmunosupresores.
Los mecanismos mediante los cuales los probióticos mejoran salud de hospedador incluyen: la reducción de la permeabilidad intestinal al aumentar la secreción de mucina por las células caliciformes, una estimulación en la secreción de IgA y la disminución del pH luminal.
Los antibióticos que se usan comúnmente para tratar ciertas enfermedades pueden reducir la población de bacterias beneficiosas, aumentar los niveles de microorganismos potencialmente dañinos y también provocar resistencia a los antimicrobianos. Se ha comprobado que el empleo de los probióticos estabiliza el ecosistema GI, lo que determina el buen funcionamiento del tracto y, por tanto, el buen estado de salud del animal.
En qué ayudan los probióticos
Estos mecanismos de acción de los probióticos que resultan benéficos para la salud gastrointestinal son los que los vuelven ideales para ser utilizados como coadyuvantes en el tratamiento a largo plazo de la enfermedad intestinal crónica, la cual una vez superado el tratamiento farmacológico por lo general requiere continuar con tratamiento y suplementación nutricional para la recuperación total.
BIBLIOGRAFIA